La gran cantidad de visitantes a los destinos turísticos más populares de Grecia generalmente se considera una bendición.
Pero las multitudes que se han reunido este verano en algunas de las islas del Egeo han llevado la infraestructura al límite y han aumentado el temor de que el hacinamiento finalmente cause estragos en sus economías.
Las islas de Santorini, Patmos, Naxos, Tzia y otras han recibido más visitantes este verano que en todo el período anterior a la pandemia de 2019. El resultado son atascos de tráfico casi constantes, largas colas para restaurantes, cafés y bares, calles estrechas y abarrotadas, cortes periódicos de energía, escasez de agua y malos olores de alcantarillas abarrotadas.
El deseo de compensar el verano perdido de 2020 era palpable. Al mismo tiempo en Paros, por ejemplo, 130.000 personas vivían en agosto, que es 10 veces más que su población permanente, y 30.000 huéspedes en Patmos llenaron al límite una pequeña isla con una población permanente de poco más de 3.000 personas.
Como todo el mundo se apresura a aprovechar la demanda, la construcción tampoco se detiene. Por ejemplo, en Paros, este año se emitieron 600 permisos de construcción, la mayoría fuera de la ciudad.
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