02.05.2024

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Aspasia Bogri, víctima de la venganza de su padre contra su mujer (vídeo)


Aspasia Bogri, de once años, a quien su padre disparó para vengarse de su esposa, permanece postrada en cama y con una discapacidad del 99%. Cumplió 28 años el 26 de enero…

Su padre le disparó en la cabeza ese fatídico día, su hija sólo tenía diecisiete años. Spiridula Faturu, su madre, escribe en el cumpleaños de su hija:

¡Hace 28 años Dios me bendijo para convertirme en tu madre! ¡28 años después todavía me bendice al tenerte a mi lado! Durante 28 años has estado enseñando moralidad, dignidad, fe y fortaleza, de lo que estoy orgulloso… Durante 28 años no has dejado de sonreír, haciéndonos mejores personas… Durante 28 años me inclino ante ti, porque eres mi angel… Feliz día nacimiento, salud y siempre la bendición de Dios, mi única hija! ¡¡¡Feliz cumpleaños, Aspasia, corazón mío!!!

Ese caluroso día de agosto, la vida de Aspasia Bogri de Argos cambió para siempre. Ni siquiera podía imaginar que los desacuerdos de sus padres la convertirían en alguien que nunca volvería a tener la misma vida. Aspasia quedó para almorzar con su padre y poco antes de despedirse fue a un quiosco a comprar cigarrillos para su madre. Su padre se acercó a ella, le dijo “te quiero mucho” y le disparó a su hija en la cabeza. Luego se apuntó con el arma. Tras pasar varios días en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Tsanios, el hombre falleció.

En la casa del empresario de 47 años, las autoridades encontraron una carta escrita a mano dirigida a su esposa en ese momento. La culpó por el divorcio:

“Mataré a nuestra hija para que no se vuelva como tú. Debería matarte, pero como vivirás con la culpa de su muerte, será mejor».

Aspasia ganó la batalla por la vida, pero está condenada a vivir postrada en cama, ya que está discapacitada en un 99%. La niña pasó cuatro años en un centro de rehabilitación en Larisa y luego fue dada de alta. Su madre dice:

“Toma tiempo para acostumbrarse a todo lo nuevo. Esta no es una decisión fácil. Curiosamente, durante los tres años y medio de estancia de Aspasia en el centro de rehabilitación, todo el mundo se hizo amigo de ella. Esta era su casa. Era necesario para su socialización. Aspasia no camina, no habla, no se mueve. Si no la doy vuelta en la cama, ella nunca lo hará ella misma, permanecerá en la misma posición. Si no la alimento, nunca comerá. No estoy en el cielo. Quiere estar cerca de sus amigos, salir más y recibir fuertes incentivos que la ayuden en su lucha por la rehabilitación”.



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