06.05.2024

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"Llámame cuando llegues"


Padres de niños desaparecidos en Tempi esperan que los llamen y les digan: «Estoy bien, llegué, vengan a buscarme». Desafortunadamente, nunca volverán a escuchar estas palabras…

Primero, una historia personal: el lunes por la mañana, llevé a mi hijo, un chico de 17 años, al aeropuerto para ir de viaje al extranjero con la escuela. Le dije: «Cuando llegues, llámame o escríbeme».

Este es un sentimiento que solo un padre puede experimentar, sin importar cuántos años hayan pasado, incluso si el niño ya no está en la adolescencia, sino que se ha convertido en un estudiante, un adulto o un hombre de mediana edad. La madre y el padre siempre recuerdan a su hijo donde quiera que vaya, y siempre le piden: «Llámame cuando llegues»…

Y se enoja, te mira con leve irritación: «Bueno, padre, ¿qué me va a pasar?» Y esto es normal, porque todos los niños se comportan así, nosotros también…

“Llámame cuando llegues” es una frase que ahora ronda en la sociedad griega, porque fue la que pronunciaron muchos de los padres de aquellos desafortunados niños que murieron en Tempi.

Nunca recibieron una llamada. Nunca recibieron un mensaje. Los teléfonos no suenan ni contestan casi dos días después de la indecible tragedia. Y algunos padres siguen llamando, siguen esperando. Aunque en el fondo saben que nadie les responderá.

«Llámame cuando llegues, por favor escríbeme». Cuántas veces hemos advertido a nuestros hijos, incluso durante simples paseos con amigos, incluso en un viaje corto.

Y los niños no contestan. Abordaron el tren… y fallecieron. Injustamente, horriblemente, el destello de la explosión acabó con sus vidas. Ese destello que todos vimos en ese impactante video de los dos trenes chocando.

Herodoto dijo una vez: «Nadie es tan estúpido como para preferir la guerra a la paz. Porque en tiempos de paz los niños entierran a sus padres, y en tiempos de guerra los padres entierran a sus hijos».

Por eso, en tiempos de paz, decenas de familias entierran a sus hijos. Algunos ni siquiera podrán hacerlo… por desgracia.

¿Y qué puedes decirles a estos padres? ¿Cómo puedes aliviar su dolor? ¿Cómo explicarles que sus hijos no murieron por el error del jefe de la estación? ¿Cómo explicarles que este es un crimen eterno que nunca tendrá culpable? ¿Y quién será castigado para que tales crímenes no se repitan? ¿Quién garantizará que cuando nuestros hijos se vayan de viaje, llamen, escriban, llamen, escriban? ¿Y que enterrarán a sus padres, y no al revés?

Lo mismo sucede en Grecia. Inmediatamente después de cada tragedia, escribimos cartas emocionales, lloramos, nos estremecemos ante los detalles, algunos de nosotros no podemos dormir por la noche.

Fuegos en Elijah, Mandra, Mati, Tempi… ¿Hasta cuándo? Nuestro país se está pudriendo y nosotros nos estamos pudriendo con él.

Después de pasar muchos días en Mati inmediatamente después de la tragedia, pensé que este evento sacudiría a nuestro país hasta la médula. Esperaba que algo cambiara y todos los responsables de esta tragedia asumieran su parte de responsabilidad. Pensé que después de más de 100 muertos, después de un desastre sin precedentes y todo lo que siguió, podríamos empezar de nuevo. Desafortunadamente, no pasó nada. Seguiremos llorando sobre las cenizas de otra tragedia por venir.

Tenga la seguridad de que no hemos terminado con las tragedias nacionales. Pasarán los días y todos olvidaremos la tragedia de Tempe. Pero no sus padres, no sus parientes. Porque, como escribió Ritsos:

«Ποτέ δε φεύγουν τα νεκρά παιδιά απ’ τα σπίτια τους,

τριγυρίζουν εκεί, μπλέκονται στα φουστάνια τής μητέρας τους

την ώρα που εκείνη ετοιμάζει το φαΐ κι ακούει το νερό να κοχλάζει

σα να σπουδάζει τον ατμό και το χρόνο. Πάντα εκεί –

Και το σπίτι παίρνει ένα άλλο στένεμα και πλάτεμα

σάμπως να πιάνει σιγαλή βροχή

καταμεσής καλοκαιριού, στα ερημικά χωράφια.

Δε φεύγουν τα νεκρά παιδιά. Μένουν στο σπίτι

?

και κάθε μέρα μεγαλώνουν μέσα στην καρδιά μας, τόσο

που ο πόνος κάτω απ’ τα πλευρά μας, δεν είναι πια απ΄τη στέρηση

μα απ’ την αύξηση…”

Traducción

«Los niños muertos nunca salen de sus casas,

holgazanean, enredados en las faldas de sus madres.

mientras cocina y oye hervir el agua.

como si estudiara el vapor y el tiempo. Siempre allí –

Y la casa cobra otro suspiro y chapoteo.

como si estuviera lloviendo lentamente

en pleno verano, en campos desiertos.

Los niños muertos no desaparecen. se quedan en la casa

y prefieren jugar en un pasillo cerrado.

Y cada día crecen en nuestros corazones, así

que el dolor debajo de nuestras costillas ya no es de privaciones.

«pero de la multiplicación…»



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