02.05.2024

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Cómo los idiotas dominan la escena política

«Da regalos que no valen nada, como privilegios y posiciones, – recomendado por Mazarino, – o, si no puedes, haz promesas».

¿Es el voluntarismo la característica dominante de las masas, como argumentó el intelectual francés Etienne de la Boyce? El eminente sociólogo griego Evangelos Lebezis da una respuesta diferente, más convincente, pero también muy decepcionante en su famoso ensayo titulado «El gran significado social de la estupidez en la vida moderna», publicado en el Journal of Greek Lawyers (septiembre de 1941).

Lebezis alborotó a la intelectualidad de su tiempo al afirmar lo siguiente: la gran mayoría de la gente está formada por tontos que, sin embargo, tienen la inteligencia necesaria para darse cuenta de su insuficiencia mental. Por lo tanto, se unen sobre el principio del mínimo esfuerzo, formando camarillas para resistir fuerzas más fuertes en la persona de unos pocos o uno.

Su ignorancia se deriva del pánico justificado en el que se ven atrapados. Y el mal radica en que «una legión de idiotas tiende inevitablemente al rebaño ya las organizaciones de todo tipo». Por lo tanto, se siente irresistiblemente atraído por todo tipo de malvadas teorías antiestructuralistas y de agrupación, desde todo tipo de intervencionismo hasta el socialismo y el comunismo.

«Un ministro estúpido», señala Lebezis, «respetado y reverenciado por sus empleados y miembros del sindicato, que el trabajador astuto disfruta, son dos ejemplos opuestos de que la estupidez no tiene patria de clase». Sin embargo, hay consuelo en la observación del autor de que sin idiotas no habría explotación, ¡y sin explotación no habría civilización!

Cabe señalar que mucho antes de Lebesse, la estupidez de las masas fue apreciada por el cardenal Mazarino (primer ministro de Luis XIV de Francia), quien formuló las reglas para un gobierno exitoso de manera mucho más realista que Niccolo Machiavelli, conocido por su cinismo político.

«Dad dádivas, y las que no valen nada, como privilegios y posiciones– aconsejó Mazarino, – y si no puedes, haz promesas. Porque una promesa es una forma de no dar nada y pagar a la gente con hermosas palabras. Si quieres el favor del pueblo, aliméntalo con bienes materiales, porque eso es lo que más los mueve, no los honores ni la gloria. Sé siempre un defensor de sus virtudes y no te resistas a lo que le gusta».

Podría pensarse que el legado político del célebre cardenal francés fue estudiado y se convirtió en una guía de comportamiento político para la mayoría de nuestros políticos, y Alexis Tsipras se quedó sin trabajo. Precisamente porque no solo repartió cargos, privilegios y promesas, sino también porque, resulta, practicó la teatralidad, siguiendo la sugerencia de Mazarino”no reveles tus verdaderos sentimientos a nadie, haciendo muecas tanto con el corazón como con la cara, tanto con el tono de voz como con las palabrasUn alumno ejemplar de Mazarino, Alexis Tsipras, aunque no leyó su biografía, como creo.

La opinión del autor puede no reflejar la opinión de los editores.



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