05.05.2024

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El colonialismo nunca terminó en Gran Bretaña


Discutimos el caso del trato dado por el gobierno británico a los Mármoles del Partenón, en gran medida al nivel del comportamiento inapropiado del Primer Ministro británico hacia su homólogo griego.

Sin embargo, no profundizamos en la esencia del problema. Y no es sólo que Gran Bretaña esté siendo injusta con Grecia o no reconozca la obligación de devolver las antigüedades al país de origen. El quid del problema es que el colonialismo en Gran Bretaña nunca terminó.

Después de todo, la incautación de los mármoles del Partenón, que los británicos intentan persistentemente presentar como un acuerdo legal para esa época entre Lord Elgin y las autoridades otomanas, fue parte de esa lógica colonial.

Estamos acostumbrados a admirar los grandes museos de las capitales europeas, París, Berlín y Londres, y olvidamos cuándo y cómo se construyeron. Olvidamos que hubo una época en la que los colonialistas europeos no sólo conquistaron territorios del mundo o los pusieron bajo su control, sino que también necesariamente recolectaron todo tipo de trofeos que representaban la cultura de los territorios conquistados.

Luego afirmaron que estaban haciendo esto para difundir conocimientos, pero en realidad también era una forma de confirmar que los “blancos” ahora dominaban a los “nativos”. Las grandes colecciones de antigüedades de estos museos son, de hecho, monumentos al colonialismo, monumentos a una época que incluía muchas prácticas violentas y crueles.

Lord Elgin no vino a colonizar Atenas, sino, de hecho, como representante de una gran potencia colonial, a hacer un trato con representantes del Imperio Otomano, que estaba en crisis, precisamente porque creía que, como representante del » blanco» Oeste, podría coleccionar antigüedades que se exhibirán en la metrópoli colonial.

Parecería que el Imperio Británico hoy no existe. Pero se conserva la lógica del imperio, la cultura y la correspondiente percepción de la realidad. Lo vimos en una de sus manifestaciones en la forma en que se manejó el Brexit. Fue en gran medida una nostalgia conservadora por los días en que Gran Bretaña era un gran imperio y la esperanza de recuperar algo de esa grandeza. Esto lo vemos hoy en la insistencia de Gran Bretaña en llegar a acuerdos con sus antiguas colonias para enviar personas en busca de asilo.

Esto explica por qué hoy en día hay tantos opositores a la devolución de los mármoles del Partenón. No se trata de un temor a que el Museo Británico se vuelva menos popular, sino de que se convierta en otro recordatorio simbólico de que los días del imperio han terminado.

Y esto también habla de cómo debemos persistir en nuestras demandas. No basta con decir que ahora tenemos un buen museo moderno donde podemos ubicarlos. Lo principal es mostrar que la negativa a devolver los monumentos va de la mano de la negativa a deshacerse del pasado colonial y sus crímenes. También nos permite coordinarnos con todas aquellas fuerzas que quieren que Gran Bretaña finalmente dé un paso adelante.



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