23.04.2024

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¿Con o sin Erdogan? 2023 será un año de crisis para las relaciones UE-Turquía

El próximo año será clave para Turquía: la celebración del 100 aniversario de la República de Turquía, elecciones presidenciales y parlamentarias. Pero cambiará UE su posición hacia Ankara?

Sobre esto y más – Seda Gürkan, Profesora de Ciencias Políticas y Estudios Europeos en la Facultad de Filosofía y Ciencias Sociales, Investigadora del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad Libre de Bruselas en material EURACTIV.

Las elecciones del próximo año serán decisivas para Turquía, pueden cambiar su relación con la UE. En el contexto de su rápida democratización, el Consejo de Asuntos Generales de la UE de junio de 2018 suspendió de hecho las negociaciones sobre la adhesión y modernización de la Unión Aduanera UE-Turquía. Y el gobierno turco ya está menos interesado en relaciones genuinas con la UE, ya que requerirán reformas internas integrales. El impasse resultante condujo a una relación que se volvió en gran medida transaccional.

Los resultados de las elecciones de 2023 están ahora «en el aire». Encuestas recientes muestran que Cumkhur, o la Alianza Popular, compuesta por el AKP (Partido de Justicia y Desarrollo) de Recep Tayyip Erdogan y su aliado ultranacionalista MHP (Partido del Movimiento Nacionalista), puede perder la próxima carrera. Pero sigue siendo un misterio si los partidos de la oposición pueden ponerse de acuerdo sobre un candidato para desafiar a Erdogan o presentar un programa electoral que inspire a los votantes turcos.

En las dos décadas de gobierno del AKP, Turquía ha pasado de una democracia disfuncional a una autocracia. La élite gobernante se basó cada vez más en el discurso nacionalista, conservador y mayoritario. La ola nacionalista se hizo más visible después de las elecciones de junio de 2018, cuando el ultranacionalista MHP y el AKP formaron una alianza electoral. La comprensión mayoritaria del gobierno de la élite gobernante exacerbó las divisiones étnicas, religiosas y políticas que llevaron a la polarización política y social. Desde el golpe fallido de 2016, las medidas represivas adoptadas durante el estado de emergencia se han convertido en una característica permanente de la política interna de Turquía, creando un país autoritario en poco tiempo.

Los cambios internos también tuvieron consecuencias negativas en la política exterior: Turquía se ha convertido en una potencia regional más asertiva y sigue una línea de política exterior cada vez más unilateral. Algunos ejemplos son las operaciones recientes de Turquía en el norte de Siria, las operaciones de perforación en el Mediterráneo oriental desde 2019 y su participación en Libia, que se llevó a cabo con consultas limitadas o nulas con los aliados occidentales de Turquía. Al mismo tiempo, a veces las preferencias de política exterior de Turquía contradecían los intereses de la UE, como su no alineamiento con las sanciones de la UE contra Rusia.

Por otro lado, la creciente industria militar de Turquía y la creciente ola de nacionalismo han creado un terreno fértil para estas acciones unilaterales de política exterior, el discurso de política exterior predominantemente antioccidental y antieuropeo de la élite gobernante. Con la transición de Turquía a un sistema presidencial en 2018, su política exterior se ha vuelto menos institucionalizada, con el palacio presidencial monopolizando la toma de decisiones. Esto ha dejado a la posición de Turquía vulnerable a los cambios percibidos y ha convertido al país en un jugador poco confiable e impredecible en las relaciones internacionales.

¿Cuál podría ser la relación entre la UE y Turquía en el nuevo año? Hay dos escenarios posibles, dos resultados posibles para la política turca y las relaciones entre la Unión Europea y Ankara.

Primero. En caso de que la Alianza Popular liderada por Erdogan gane las elecciones, es probable que continúe con la política interior y exterior existente. A cambio, la UE ampliará su enfoque pragmático hacia Turquía, enfatizando a Turquía como socio y priorizando las relaciones basadas en intereses sobre valores. Pero mientras Turquía refuerce las tendencias autoritarias en este escenario, la UE y los estados miembros seguirán siendo reacios a comprometerse con Turquía. Una relación basada en los intereses y prioridades de la UE podría, a su vez, fortalecer aún más el poder autocrático de Turquía, haciéndolo aún más impredecible y asertivo.

Segundo. Si el bloque de oposición logra romper el gobierno de 20 años de Erdogan, es bastante realista esperar un proceso de normalización de la política turca. Sin duda, tal reforma llevará mucho tiempo, ya que el nuevo gobierno heredará el sistema de gestión ineficiente y los problemas económicos del AKP. Sí, y las diferencias ideológicas entre los seis partidos de oposición pueden interferir en el funcionamiento del gobierno. Las diferencias pueden ser especialmente notables en la política exterior con respecto al futuro de Siria, las relaciones con Rusia o Grecia, la participación de Turquía en el Mediterráneo Oriental.

Sin embargo, es muy probable que el nuevo proceso de reforma, aunque lento, pueda cambiar la actitud de la UE hacia Turquía. Esto podría ayudar a los estados miembros de la UE a acordar una agenda más positiva al lanzar incentivos específicos para apoyar el proceso de reforma de Turquía, como la liberalización de visas o una unión aduanera modernizada. En este escenario, la capacidad de la UE para involucrar a Turquía en el proceso de reforma aumentaría la velocidad y la resiliencia.

Por un lado, esto requiere generar confianza en la Unión Europea en la sociedad turca, convenciendo al público de que las reformas conducirán a una estrecha integración de Turquía con la UE. Por otro lado, significaría restaurar un sistema de condiciones, incluyendo un monitoreo cuidadoso, condiciones claras e incentivos confiables. Solo entonces la UE podrá involucrar a Turquía en el diálogo, fortalecer la confianza mutua, profundizar la relación y restaurar su influencia desvanecida sobre Turquía en la era posterior a Erdogan.



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