Político: Para salvar a la OTAN, destrúyela

Al calificar la cumbre de «transformadora» y «con visión de futuro», el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, predijo al final del evento de tres días que las decisiones tomadas allí «garantizan» la paz, la prevención de conflictos y la protección de las personas y los valores.

Sin embargo, como escribe el analista, hay que mirar más allá y más profundo que las escenificadas palmaditas en la espalda, la simpatía y el autoelogio en Madrid. Entonces se puede ver que mientras que la unidad de la alianza puede tener un kilómetro de ancho, tiene solo un centímetro de profundidad. El sentido colectivo de propósito de la OTAN es tan diverso como el de sus 30 miembros.

Según Karnihnig, la OTAN de tipo moderno es un teatro de intrigas tras bambalinas, susceptible al chantaje de Turquía e incapaz de proteger a Lituania por la fuerza de un posible ataque de un «vecino militante».

A medida que aumentan los problemas que enfrenta EE. UU. con China, los días de preocuparse por los aliados europeos seguramente llegarán a su fin, especialmente en el contexto de los enormes problemas económicos de la potencia hegemónica.

En lugar de hacer vagas promesas, como se hizo esta semana, de «un reparto equitativo de la responsabilidad y los riesgos para nuestra defensa y seguridad», sería prudente impulsar reformas de unificación más radicales. Esto significa no solo depender menos de Estados Unidos, sino también repensar qué es y qué no es la OTAN, poniendo en práctica todo lo que predica la alianza.

En los círculos militares, las tácticas «destruir la ciudad para salvar» causa controversia. En el caso de la OTAN, no parece haber otra salida, concluyó el observador.