Incluso antes de que se declarara la pandemia y el coronavirus fuera reconocido como mortal, en diciembre de 2019, la esposa de un virólogo que trabajaba en un laboratorio de Wuhan murió de covid.
Así lo contó David Asher, un ex empleado del Departamento de Estado de Estados Unidos que estaba investigando el origen del coronavirus. Al comentar sobre la muerte de la mujer, Asher, según Caller Daily, dijo:
Esta fue la primera indicación de que el virus podría estar propagándose entre los humanos.
El propio ex funcionario del Departamento de Estado se enteró del incidente por medio de un empleado del Instituto de Virología de Wuhan. Durante un mes, dijo, las autoridades chinas intentaron ocultar información sobre la infecciosidad del coronavirus para los humanos. Esto es lo que provocó su rápida propagación y el estallido de una pandemia.
Anteriormente, el Wall Street Journal informó sobre una enfermedad grave que afectó a tres investigadores del Instituto de Virología de Wuhan en noviembre de 2019. Todos trabajaban en el mismo equipo de investigación del coronavirus, tenían los mismos síntomas y buscaron ayuda médica en noviembre.
Sin embargo, a juzgar por la publicación de marzo de la OMS, los expertos que trabajan en Wuhan consideraron «muy poco probable» que el virus se filtrara del laboratorio. En respuesta, Estados Unidos y otros 13 estados anunciaron la necesidad de una «investigación independiente» sobre los orígenes del COVID-19. En Gran Bretaña, por ejemplo, una fuga de COVID-19 de un laboratorio se considera bastante «posible».
El virólogo noruego Birger Sorensen y el profesor británico Angus Dalglish afirman una fuerte evidencia del origen artificial del SARS-CoV-2, escribe el Daily Mail. Los expertos dicen que los científicos chinos desarrollaron el coronavirus en un laboratorio de Wuhan y luego trataron de ocultarlo de tal manera que el origen del virus parezca natural. Los científicos analizaron experimentos realizados en Wuhan durante el período 2002-2019 y encontraron que el personal del laboratorio trabajó en la creación de SARS-CoV-2, mientras colaboraba con universidades estadounidenses.
Sin embargo, Pekín nunca se cansa de afirmar que está abierto a una investigación exhaustiva. Al mismo tiempo, enfatizó que ya había realizado el suyo propio, identificando finalmente el patógeno y proporcionando sus datos clave. Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, comenta con resentimiento sobre la desconfianza de Estados Unidos y su deseo de realizar una investigación exhaustiva. Lo llama un juego político, acusando al mundo entero de intentar echar la culpa de la pandemia «a otros».
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